viernes, 21 de enero de 2011

Los clinicos son los que mas leen

En esta entrevista Luis Jaime Cisneros no ensena como debe ser el medico. Nos deja entrever porque dejo sus estudios de medicina. Porque los los medicos entre ellos los clinicos, son los que mas leen entre los que no se dedican a la letras. Asi como la importancia del ensayo.

este texto lo escribi el 5 de abril del 2009 a proposito de la publicacion de la entrevista:

palabras ciertas de un experto en educacion. Incluso cuando salen colecciones populares de literatura son de novelas cuentos pero no de ensayos. Mi genero favorito. Seguramente que no pasaran muchas horas antes que me lea a mordiscones todos los ensayos de Luis Jaime Cisneros. Tambien dice que entre los profesionales no vinculados a letras los que mas leen son los medicos segun.los libreros y entre ellos los siquiatras y clinicos. A proposito me encontre con mi amigo y maestro Franscico Polo en Crisol una vez. Cuando va a  comprar a Crisol usa coche metalico como si estuviera en Wong. Todavia no he podido leer el Ulises en Ingles como lo hace el. Es cierto que en los colegios no te hacen leer ensayos. Craso error. El ensayo es un genero que estimula la critica la razon y la curiosidad por aprender. Me imagino que seria mas facil alfabetizar usando ensayos. Motivaria mas que una novela.

Claudio Mori

http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/ensayo-lo-que-mas-falta-pais/20090405/269273

http://sanfernsanmarcos.blogspot.com/

LUIS JAIME CISNEROS

 
 
Sucede también con los libros de ensayo que no solo "conversan" con los lectores sino también con otros libros. Y "Aula abierta" tiene una gran sintonía con otro libro notable, "Diario educar", del desaparecido Constantino Carvallo.
He visto crecer a Constantino. Lo he visto en su entorno familiar, vinculado con su padre. Su hermana fue jefa de prácticas de mi curso. ¡He visto lo pegado a los libros que han crecido estos chicos! Cuando uno hace comentarios en las librerías con los libreros, descubre que, entre las profesiones ajenas a las letras, los mejores lectores son los médicos. Y dentro de ellos, los psiquiatras y los clínicos. ¿Por qué? Tengo una explicación ingenua, después de todo yo fui estudiante de medicina. Los médicos son los que están más vinculados con las urgencias. Yo era muy orgulloso de muchacho, muy creído. Un jefe de clínica, Nicolás Romano, era un hombre que me decía continuamente: "Cisneros, usted no va a ser médico nunca. Usted es un engreído. Usted está acostumbrado a la calle Villamonte (lugar de la antigua Facultad de Letras). Los pacientes que vienen por acá nunca leerán el "Quijote". Son sucios, analfabetos. Y a usted, Cisneros, se le nota en la cara que no le cae la gente sucia. Usted no los deja explicarse, los interrumpe. Les critica cómo hablan. ¡Tiene que aprender a escucharlos!". (Silencio. Cisneros se emociona con el recuerdo.) Yo siento que le debo mucho a ese hombre. Me enseñó a escuchar, a valorar a la gente. Mi inquietud por la enseñanza tiene que ver mucho con el saber escuchar. Constantino era un hombre que sabía escuchar.
 

LUIS JAIME CISNEROS

El ensayo es lo que más falta en el país

Domingo 5 de Abril del 2009

Puede ser que sus investigaciones sobre lingüística o filología no despierten la masiva lectoría de que gozan sus ensayos. Quizás la futura publicación de sus vastos estudios sobre el lenguaje del escritor colonial Juan de Espinoza Medrano "El Lunarejo", o su ensayo sobre los 400 años del Parnaso Antártico no entusiasmen tanto a los periodistas como su más reciente compilación de ensayos sobre educación. Como sucedió con otros textos parecidos, "Aula abierta" le debe su existencia más al entusiasmo del atento editor del grupo Norma que al interés del propio Luis Jaime Cisneros (Lima, 1921) por publicar textos que considera tan efímeros como suelen ser las páginas de un periódico.

Es fácil adivinar la causa de esta sintonía con el lector común: su enorme virtud como ensayista, su capacidad para sopesar ideas y compartirlas con el lector, como si participara con él en una amena tertulia. "El ensayo es lo que más falta en este país", admite el maestro. "Es lo que más leo".

Para Cisneros, lingüista, filólogo y entrañable catedrático de la PUCP, uno de los tantos problemas de la escuela, intensificado en los últimos años, es asociar el hábito lector solo a las novelas, los cuentos y los poemas. "Nunca se les ha ocurrido leer ensayos", lamenta. "Nunca en la escuela le han propuesto a un alumno leer un capítulo de la "Historia de la República" de Jorge Basadre, o de "El Perú contemporáneo" de García Calderón. Nada que se relacione con la inteligencia y la razón interesa. Si hubieran enseñado a los jóvenes a apreciar los ensayos, los habrían capacitado para entender mejor las novelas", dice.

¿Eso no sucedía con las generaciones anteriores?
Me asombra mucho, y lo repito a cada rato, cómo han cambiado los chicos en los últimos 30 años. Los jóvenes con los que uno iniciaba la universidad, leían a Unamuno. Y no se trataba de "La tía Tula" sino de "La agonía del cristianismo". Leían a Ortega, a Sartre. ¿Por qué leían esas cosas los chicos de entonces? Porque era lo que los maestros leían también. Ahora está la Internet, y la escuela ha terminado reemplazando el conocimiento por la información.

Una preocupación que desarrolla en diferentes ensayos de "Aula abierta" es el decrecimiento de los estudios de humanidades frente al entusiasmo por la computadora…
Esa es una visión absurda. La escuela no ha aprovechado en hacerles descubrir a los chicos que todos esos adelantos tecnológicos han sido fruto de la reflexión, de la inteligencia. No nacieron por manipular botones. En los últimos diez años en la universidad, he tenido que ir modificando los libros de ingreso a las disciplinas porque toda esta consulta digital ha generado que los chicos no acierten al enfrentarse con libros teóricos.

Curiosamente, en tiempos de entusiasmo de la técnica, según usted tampoco la ciencia y la investigación pasan por un buen momento.
¡Lo que yo sé de los griegos y latinos lo aprendí en la secundaria! Esta sociedad que la gente se empeña en llamarla de consumo, se ha ido deteriorando por el prestigio del dinero.

¿Qué siente cuando la gente le pregunta por qué escribe sobre educación y no sobre política?
¡Nadie me entenderá nunca eso! Cuando escribo sobre educación estoy escribiendo sobre política. Escribo sobre lo que la gente necesita saber.

¿Está satisfecho con que el tema educativo se haya instalado en la agenda política del gobierno?
Hará cuestión de diez años, colegas y antiguos colegas míos me decían: "Por favor, te mando a mi hijo a ver si lo convences. ¡Se le ha ocurrido ir a estudiar al Tecsup!". Por supuesto, el chico venía a conversar conmigo y luego partía al Tecsup. ¡Ahora quieren que sus hijos sean chefs! Y no se trata de que lo quieran realmente, sino que han descubierto que eso da dinero. Siempre he insistido en que si la escuela pone a un muchacho en actitud de trabajar para realizarse, está en capacidad de descubrir cómo puede ser feliz. Sin embargo, la escuela ha sucumbido en el error de que hay que preparar a los jóvenes para el éxito. Y ocurre que el éxito en estos años está extremado y torpemente vinculado con el dinero. Los maestros enseñan lo que les enseñaron y creen que el mundo se repite. Y ocurre todo lo contrario. No vivimos de la repetición, sino de la reflexión constante. Por eso no sabemos para qué estamos trabajando. No sabemos cómo será el porvenir. Vivimos un desconcierto general.

Sucede también con los libros de ensayo que no solo "conversan" con los lectores sino también con otros libros. Y "Aula abierta" tiene una gran sintonía con otro libro notable, "Diario educar", del desaparecido Constantino Carvallo.
He visto crecer a Constantino. Lo he visto en su entorno familiar, vinculado con su padre. Su hermana fue jefa de prácticas de mi curso. ¡He visto lo pegado a los libros que han crecido estos chicos! Cuando uno hace comentarios en las librerías con los libreros, descubre que, entre las profesiones ajenas a las letras, los mejores lectores son los médicos. Y dentro de ellos, los psiquiatras y los clínicos. ¿Por qué? Tengo una explicación ingenua, después de todo yo fui estudiante de medicina. Los médicos son los que están más vinculados con las urgencias. Yo era muy orgulloso de muchacho, muy creído. Un jefe de clínica, Nicolás Romano, era un hombre que me decía continuamente: "Cisneros, usted no va a ser médico nunca. Usted es un engreído. Usted está acostumbrado a la calle Villamonte (lugar de la antigua Facultad de Letras). Los pacientes que vienen por acá nunca leerán el "Quijote". Son sucios, analfabetos. Y a usted, Cisneros, se le nota en la cara que no le cae la gente sucia. Usted no los deja explicarse, los interrumpe. Les critica cómo hablan. ¡Tiene que aprender a escucharlos!". (Silencio. Cisneros se emociona con el recuerdo.) Yo siento que le debo mucho a ese hombre. Me enseñó a escuchar, a valorar a la gente. Mi inquietud por la enseñanza tiene que ver mucho con el saber escuchar. Constantino era un hombre que sabía escuchar.

Otra presencia poderosa en el libro es la del historiador Jorge Basadre…
A Basadre lo conocí cuando yo estudiaba en Buenos Aires, en una visita oficial que él hizo. Lo recuerdo bien. Fui a conocerlo a una conferencia. Al presentarme me preguntó qué hacía, qué estudiaba, cuándo pensaba regresar al Perú. Me preguntó además qué libro conocía sobre historia peruana. Y yo, como era un muchacho idiota, le dije que conocía los libros de Carlos Wiesse (maestro tacneño, contemporáneo de Basadre). Él se sonrió y me preguntó: "Usted sabe francés? "Sí, por supuesto", le respondí. Entonces escribió con su letrita puntiaguda: "Francisco García Calderón, Le Perou Contemporaine". Fue un libro para empezar a comprender al Perú, que releí con gran frecuencia. Cada vez que lo leo me parece que lo escribió anteayer. ¡Qué difícil es ser peruano! ¡Pero cómo invita a ahondar en la búsqueda de una fisonomía del país!

En su libro recuerda a desaparecidas personalidades, como Wáshington Delgado, Javier Sologuren o Alfredo Torero. ¿Cómo puede explicarse una generación tan brillante e irrepetible como la del 50?
No me he puesto especialmente a reflexionar sobre mi generación, quizás porque soy miembro de ella y me es imposible verla con distancia. ¡Y cuando la pueda ver de lejos habré perdido el habla! (ríe). Pero sí creo que un centro importante para convocar a esta gente fue la peña Pancho Fierro, donde nos reuníamos por razones distintas. Era una época en que el teatro de García Lorca moldeaba a mucha gente joven, y nos hizo reparar en lo que cada uno llevaba dentro. Era como convertirse en discípulos de Freud sin haberlo leído. Descubrimos que nuestra voz era importante y que en el arte es urgente que nos veamos, que nos escuchemos. ¿Qué cosas comenzó a escribir esta generación? Pues reflexiones sobre la soledad de uno mismo. Importantes en la medida en que descubrían que uno mismo es miembro de una comunidad de individuos.

EL LIBRO
Dentro del "Aula abierta"
El más reciente libro de ensayos de Luis Jaime Cisneros se divide en ocho capítulos temáticos, en los que reflexiona sobre la identidad peruana, los jóvenes, la educación, perfiles de peruanos notables, el rol de la universidad, la pasión lectora, el lenguaje y breves asedios al inmortal "Quijote" de Cervantes.

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